Rumbo a Gaza

Rumbo a Gaza

sábado, 25 de abril de 2009

Ojos que no ven...

Queríamos alquilar un coche. Para ello hicimos una reserva por internet de un vehículo servido por una oficina de alquileres situada en King David St. -Jerusalem Oeste-. La hora de recogida del coche era para las 11 de la mañana.

A las diez salimos de la casa de Ramallah y tomamos el bus 18. A la llegada al checkpoint de Qalandia nos encontramos con que está cerrado: hay una protesta por parte de un grupo de gente -casi en su totalidad mujeres-. Con un megáfono la portavoz pedía el fin de la ocupación.



No con la frecuencia que desearían, realizan estas manifestaciones, ya que los perjudicados son sus propios compatriotas palestinos que ven cómo el ejército israelí cierra el paso durante ese tipo de actos.


Por ello siempre se llevan a cabo en la hora de menos afluencia de gente que desea ir a Jerusalem. Convocan como siempre a los medios de comunicación.



Aunque la protesta es breve, se generan unos lógicos embotellamientos de vehículos en la vía y acúmulo de gente en las jaulas metálicas de control de tránsito de personas; aunque independientemente de las circunstancias, las esperas en los checkpoints son siempre eternas.


Detrás de nosotros cruzó un chico cojo. El detector de metales pitaba sin cesar y dijo que era por una prótesis. Le dio su muleta al soldado, se quitó de encima todo lo metálico, fue cacheado y registrado. Mientras tanto, otra persona se acercó a indicar al soldado del puesto de control que los tornos de salida estaban bloqueados y no se podía salir del checkpoint.
No sabemos si al final el chico de la muleta pudo pasar. En otras ocasiones hemos visto como los discapacitados son devueltos aleatoriamente en los controles.




De esta forma nos encontramos que ya son más de las once, con lo que llamo para disculparme y decir que llegaremos al menos una hora tarde.
Ese día tardamos dos horas para hacer el trayecto de los 13 kilómetros que separan Ramallah de Jerusalem. Esto era por causas excepcionales ya que en un día normal se pueden pasar los controles y llegar a Jerusalem en solamente una hora -eso sí, siendo extranjero, ya que si se es palestino siempre se está a expensas de ver como se deniega el acceso y se te devuelve a Ramallah-.

Llegamos pasado el mediodía a por el coche. Allí explicamos que tuvimos dificultades para atravesar el checkpoint de Qalandia. Los ojos de la gente de la oficina se salían de las órbitas y sus caras reflejaban una mezcla de sorpresa e incredulidad, ya que veníamos de una zona con la entrada prohibida a ciudadanos israelíes -como ellos- por ser zona de peligro terrorista.

Sacamos las cámaras y les enseñamos las fotografías que habíamos tomado. Nos dimos cuenta de que esta gente no tiene ni la más mínima idea de qué está sucediendo a poco más de una docena de kilómetros de donde trabajan. Vieron soldados, un checkpoint, mujeres protestando...

No sé quienes estaban más sorprendidos, si ellos observando la pantalla de la cámara o nosotros viendo cómo estos hombres y mujeres ignoraban esa realidad que tenían al lado.

Cuando vamos a formalizar el alquiler nos dicen: "Bueno, sabrán que con este coche solo pueden conducir por Israel...". En ese preciso momento nos llama una amiga y nos dice que habíamos metido la pata. En Jerusalem Oeste -la zona judía- no se pueden alquilar coches para conducir por Palestina. Tenemos que ir a Jerusalem Este, en la zona árabe.

Buscamos una excusa para no pagar los gastos de reserva y nos marchamos para alquilar el coche en Jerusalem Este y poder continuar nuestro viaje por Israel y por los Territorios Ocupados.

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