Rumbo a Gaza

Rumbo a Gaza

miércoles, 1 de abril de 2009

Nablus

Esta ciudad es una de las protagonistas de la Segunda Intifada por ser la población desde donde partían la mayoría de los hombres-bomba que detonaban esos explosivos adosados a su cuerpo en lugares públicos israelíes con el fin de lograr el mayor número de víctimas posible.

Los orígenes de la esta Intifada (que significa "lucha") son varios y pueden resumirse en el descontento ante la falta de acuerdos con el gobierno israelí, la no paralización de construcción de asentamientos, demoliciones de casas palestinas, etc., y que tuvieron como uno de los detonantes -y perdón por el uso de la expresión- el paseo de Ariel Sharon por la Explanada de las Mezquitas.
Este paseo en un principio estaba autorizado, pero fue tomado como una provocación y desencadenó un apedreamiento de judíos en el Muro de las Lamentaciones al día siguiente desde la Explanada, hecho reprimido por el ejército disparando contra los palestinos y causando siete muertos y multitud de heridos.

Nablus fue sitiada y permaneció bajo el toque de queda hasta la represión total de los ataques. Al atardecer estaba prohibido salir a la calle y los soldados tomaban posiciones en sitios estratégicos y hacían detenciones selectivas así como ejecuciones de transeúntes si los consideraban un peligro.
Como siempre que se matan moscas a cañonazos fueron muchos los inocentes asesinados por error: para entrar con los carros blindados a las estrechas calles de la ciudad vieja de Nablus el ejército israelí necesitaba derribar una casa. Lo hizo según las normas, es decir, sin previo aviso ni desalojo y echando abajo el edificio con sus nueve inquilinos dentro. Eran adultos, niños, ancianos y una mujer embarazada (o sea, militantes terroristas, futuros terroristas, ex-terroristas y factorías de terroristas). Estas son las fotografías de lo que queda de la casa y de una placa conmemorativa del hecho.



Los rincones de la ciudad están plagados de hechos escabrosos. Por ejemplo, en un intento por matar a un activista palestino detonando explosivos a distancia se acabó, por accidente, con la vida de un comerciante que iba a abrir su tienda. La puerta de su tienda y las paredes exteriores están repletas de las marcas de la metralla.


Esta Intifada tuvo lugar hace ocho años y medio y hasta hoy continúan las incursiones de soldados. En la actualidad estos registros suceden más en localidades cercanas y en el campo de refugiados de Balata. En esta colmena de casas amontonadas sin ningún orden y con algunas calles de apenas 50 cm de anchura viven 20.000 refugiados palestinos expulsados de sus hogares en 1948 (en esa fecha se hace la partición de la zona en dos estados y los palestinos son obligados a abandonar la zona israelí en lo que se conoce como "Nakba" o "catástrofe").

La mayoría de estos refugiados -como el resto de los 750.000 expulsados- aún conservan las llaves de su casa y confían en regresar algún día a ellas.

En el centro del mercado de Nablus conocemos a un ex-miembro de los Servicios Secretos Palestinos. Nos habla de la historia de la ciudad, de su resistencia a la invasión napoleónica y de lo tozudos y brutos que siempre han sido los pobladores de la ciudad luchando con piedras contra los tanques y con hombres bomba contra civiles israelíes. Cuando le echamos en cara lo contraproducente que es el hecho de que una persona se inmole dadas las consecuencias negativas para sus conciudadanos nos responde: "Imagina que a ti te expulsan de tu ciudad, de tu tierra, que talan tus árboles; que te prohiben moverte con libertad por tu país, que te quitan el agua, el alimento, que matan a tus hijos, tus hermanos 'por error'... Llega un día que piensas que no tienes futuro y algún día tú también serás asesinado como un animal.
Y sí, ello tendrá consecuencias, pero ¿qué más puedes hacer? Acabas andando como un muerto viviente encerrado en una jaula. A veces la muerte se vuelve necesaria".

Es horroroso ver las paredes de la ciudad empapeladas con carteles de mártires. Algunos de ellos son personas que se inmolaron matando o intentando matar israelíes, pero la gran mayoría son ciudadanos ejecutados en los checkpoints y en las incursiones del ejército en la ciudad tras los toques de queda. Son pagados por las familias como muestra de recuerdo. Hay hasta letreros luminosos.

Me encontré con otro lugareño a quien conocí en año pasado, y al preguntarle si había cambiado algo la situación desde entonces responde: "Me levanto como cada mañana, me aseo, me perfumo, doy un beso a mi mujer e hijos y luego me miro en el espejo y me pregunto: ¿merece la pena seguir viviendo así? Y pienso en un motivo para no perder la esperanza".
Le digo que tal vez esa esperanza es llegar a vivir un día en libertad. Su respuesta es: "Tú conoces lo que es la libertad y sabes qué perderías si te la arrebataran. Yo tengo 42 años, he nacido sin ella y no sé qué se siente siendo libre; lo que sé es que esto no es vida".

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